Mila Amurrio y Dorleta Guzmán
Sección sindical de LAB en la UPV/EHU
El Gobierno Vasco ha comenzado una ronda de conversaciones con todos los grupos políticos cara a la aceptación de los presupuestos de 2020. En esos presupuestos se concretará la aportación que recibirá la UPV/EHU el próximo año. Unas partidas económicas que condicionarán cómo afrontará la universidad pública sus retos.
La financiación incidirá directamente en la calidad de la investigación, la docencia, la transferencia y en las políticas de igualdad y de solidaridad que demanda la sociedad. Y también, por supuesto, en la (in)estabilidad y, en general, las condiciones de trabajo del personal. La renta per cápita en la Comunidad Autónoma Vasca es un 22% más elevada que en el Estado según diversos estudios. Es este uno de los indicadores más importantes del bienestar que se suelen tomar como referencia. Además de ese, otro de los indicadores a la hora de medir el desarrollo de un pueblo es su inversión en la enseñanza, y dentro de ella, el gasto dirigido a la universidad.
Según los datos ofrecidos por el Eustat, la financiación dirigida a la universidad pública en los años 2015-2017 rondó el 0,43% del PIB de la CAV. Y según un informe publicado por la Asociación Europea de Universidades (EUA), dicho porcentaje se encuentra muy alejado del 1-1,2% del PIB dedicado por Finlandia, Noruega, Suecia o Francia en el mismo período; aún más, en dicho informe solamente cuatro estados se encuentran por debajo de la inversión del Gobierno Vasco: Irlanda, Luxemburgo, Portugal y Grecia. La misma inversión del Estado español se encuentra por encima de la del Gobierno autónomo, dado que se situó en un 0,66% de su PIB. Además, el Gobierno Vasco destinó en 2016 un 1,82% del PIB a la I+D, reduciendo dicho porcentaje en los últimos cuatro años en 0,21 puntos.
Así las cosas, el Gobierno Vasco destinó en 2018 143 € por habitante al sostenimiento de la universidad pública mediante su financiación ordinaria (310,4 millones). Es decir, 10,4 millones menos de los previstos en el Plan Universitario aprobado por el propio Gobierno Vasco. No parece, por lo tanto, que la inversión del Gobierno sea suficiente para garantizar el servicio de calidad que demanda la sociedad vasca; menos aún si tenemos en cuenta que la universidad pública es la única que posibilita el acceso a los estudios superiores a toda la ciudadanía al margen de su nivel de renta.
Si no se garantizan los recursos suficientes para hacer frente a los retos que tiene la UPV/EHU, difícilmente lograremos la universidad pública que precisa Euskal Herria, esto es, una universidad a la altura de la de los pueblos más desarrollados de Europa. Y cuando hablamos de medios, nos referimos, por supuesto, a los edificios, infraestructuras, herramientas y provisiones de fondos adecuados, pero no únicamente. Para ofrecer una investigación, docencia, transferencia, atención al alumnado y demás servicios es necesario personal. Y en gran parte de dicho personal la temporalidad, la discriminación y los bajos salarios se han instalado como un mal endémico. Para hacer frente a estas situaciones se precisa voluntad política e inversiones proporcionadas para tomar las decisiones necesarias: medidas de estabilidad para el personal que lleva años con contratos temporales, dignificar y equiparar las retribuciones, entre otras.
Si bien se ensalzan una y otra vez la internacionalización y la excelencia, en vez de acercarnos a la inversión de los pueblos más desarrollados de Europa, el Gobierno Vasco pone la alfombra roja a las universidades privadas, dando luz verde a cualquier proyecto que aumente la oferta de quienes puedan pagársela. Ejemplo de ello son los planes de quienes pretenden ubicar en Zorrozaurre de Bilbao sus proyectos, o dar todas las facilidades a la Facultad privada de Medicina anunciada por Deusto mientras se sigue retrasando la nueva Facultad de Medicina y Enfermería de la UPV/EHU.
En consecuencia, los partidos políticos y el Gobierno Vasco deberían tener muy en cuenta, en los presupuestos de la CAV que se debatirán en los próximos meses, que si se desea que la UPV/EHU se sitúe al nivel de sus funciones no se puede seguir jugando con tacañería con ella y que debe garantizarse a la universidad pública la financiación necesaria no solo para que se sitúe en los ranquings académicos más elevados, sino también para posicionar a la sociedad vasca en las más elevadas cotas de bienestar.